Llantos de soledad

14.08 Capital del imperio.

Un camino lleno de pellizquitos mereció la pena ante tal recibimiento. Me siento como en casa. Flamenco transexual, con guitarras de la pampa y guapito hombre orquesta. Despidamos febrero, que no ha sido más que un puerto de categoría especial. Aun nos queda la etapa reina. Febrero atípico sin carnaval, sin amores, sin exámenes... Pero como primer escalón no nos vamos a quejar. Me gusta mi vida ahora, también me gustaba antes, y también mucho antes, pero lo importante es que hemos sido capaces de seguir reaccionando. Tú, espero que sigas tan bien, el camino es el que lleva al destino más idóneo . Yo, estaré a tope cuando me coma a marzo. Ya huele a abril...

La felicidad del grupo es la suma de la felicidad de todos sus componentes. Estoy feliz. Después de tantas y tantas penas compartidas, el hecho de que la ilusión llame a su puerta me llena de esperanza. Cuando una puerta se cierra, siempre se abre otra, aunque sea para otra persona, pero siempre se abre. La vida te puede cambiar en un minuto, dónde menos te lo esperas. Y yo de testigo, y todos tan contentos. Yo no quiero amores, me estoy quitando, pero fúmate uno a mi salud.
Días extraños, debería estar rondando por parisinas calles. Pellizquito. No hay quien te saque de aquí. Surgen planes, aventuras, escalones. Seguimos subiendo. El odio se disipa a golpe de reloj, y la tranquilidad me invade por el flanco derecho. Jamás tuve una agenda tan llena. Y seguimos dejando pasar las largas noches de invierno, donde el frío nunca estuvo invitado, y la luna se muere de celos.

“Se cierra el telón, finaliza esta tragicomedia de grandes actrices y buenos actores. Se acabó esta obra de demasiados actos, y malos guionistas. Los protagonistas haciendo mutis por el foro, se desprenden de maquillaje y vestuario. Ya transformados en ellos mismos, se desean mucha suerte para sus proyectos venideros, y toman calles distintas…”

Mejor, mucho mejor. Borrando registros y el naranja a la calle que la primavera ha llegado en febrero. Al son de música alegre, saltando, bailando, volando sin moverme. Me cago en la puta, que hay gente que merece la pena muchísimo como para estar a medio gas. Para decir “con Dios” a los dos nos sobran los motivos.

Poco a poco vuelvo a ser yo. Cada día un poco más. Recupero mi personalidad, mi alegría, y pierdo mis miedos. Dejo atrás al zombie en el que me convertí que no hizo más que cagarla una y otra vez. Nunca más. De lo errores se aprende, pero es duro aceptar las consecuencias. A ratos consigo vivir, pero aparece en todos sitios, en fotos, en canciones, en mi habitación... y entonces es cuando me doy cuenta lo triste que es estar así. No hay otra solución. Tiempo. Pero yo no sirvo para estar así con nadie. Por otra parte, incomensurables los de siempre, a veces son unos cabrones, pero cuando hay que estar, no fallan nunca. Son mi patrimonio, y estoy orgulloso de ello. No es la primera vez que paso por esta calle, y tampoco será la última, pero que fea es madre mia. Deja que llegue la primavera...