Llantos de soledad

132 días han pasado desde aquel jueves de Feria. En todos y cada uno de ellos tu imagen ha pasado por mi cabeza y tu nombre por mi boca. Ya sea yo solo, o con alguien, no puedo pensar en otra cosa, no quiero hablar de nadie, sólo de mí y de ti.

He aprendido muchas cosas, 26 años me ha costado poder hacer las cosas bien, ser un hombre, sin ñoñerías, no mostrar todas las cartas desde el principio, no obsesionarme, no volverme loco... todo esto está teniendo su recompensa: disfrutar de cada detalle.

Cada logro conseguido, cada beso, cada gesto es un naipe más que va formando el castillo. Esta vez lo estoy construyendo yo solito con este disfraz de hombre maduro que he cosido a mi piel de niño enamorado, este disfraz que me quito cada noche nuestra, junto con el resto de la ropa, para decirte tres tonterías y que sueltes esas carcajadas que me llenan de ilusión. No puedo contigo, has despertado sensaciones que dormían desde ya ni me acuerdo. Sigue poniéndomelo difícil, no dejes que me relaje, pero sigue queriéndome como hasta ahora, dejándome siempre con ganas de más...

Ya no me importa dónde esté el final, este mayo interminable me ha cambiado la vida, o al menos la forma de verla. Lo mejor está por llegar...