Llantos de soledad

Llevo tiempo intentando evitarlo, no quiero escribir. La vida me ha sonreído de una manera tan individual que me resulta efímera. Siempre me ha hecho avanzar la seguridad de que algún día tendría recompensa, pero me aterra pensar que estoy disfrutando demasiado pronto lo que debería ser un final feliz. Mayo decidió abrilear como nunca, me puso en la cresta de la ola, esta cara de tonto, estas ganas de todo. Disfruto muchísimo de las pequeñas sorpresas que cada día me depara, de los pequeños detalles que me hacen sentir vivo. Lucho más que nunca por los míos, y por mi también. Cumpliendo sueños, rompiendo cadenas. Pero no todo es naranja, tengo la obligación de no dejarme llevar por la euforia, de valorar cada gesto en su justa medida con la guillotina del miedo a sufrir rozándome la nuca. Muchos me dicen que no piense en el después, que viva el momento. No me conocen. Creanme que lo hago, pero hay una parte de este ser que escribe que si no piensa en el mañana, no se atreve a despertar. Por ahora vamos bien. Todo bajo control, y sigo in crescendo. Que salga el sol por dónde quiera.
De Ella no pienso hablar, simplemente ha sido Ella.