Llantos de soledad

Cuando abrí este blog, me prometí a mi mismo que nunca hablaría de fútbol. He de reconocer que es una de mis grandes pasiones. Pero necesito rendirle un pequeño homenaje desde mi rinconcito a Don Antonio Puerta. Creo que ha sido la única persona que sin concerme de nada me he hecho llorar de alegría y de tristeza. Tú con la misma rabia que yo siento ahora, golpeaste aquel balón que cayó del cielo, probablemente de brazos de tu abuelo, para marcar el gol que me cambió la vida aquel jueves de feria. Con ese gol, se vino abajo nuestra fábrica de los sueños, con ese gol arrancaste lágrimas de las 45000 almas que allí estábamos. Como lloré aquella noche Antonio, ese jueves de feria que ha durado precisamente hasta hoy, orgulloso paseando mis colores por el real, entre abrazos, amigos y sevillanas. Hoy Antonio, me has vuelto a hacer llorar. No puedo entender porque la vida es tan injusta con las personas que no se lo merecen. Porque tu has sido el jugador que más veces he visto en los hospitales, porque siempre tenías una sonrisa en la boca, porque has sido sevillista como nosotros, de los de verdad, porque dejas un hijo a punto de nacer que no va a conocer a su padre, porque con 22 años estabas en la mejor etapa de tu vida. Y no te lo mereces Antonio, tú no te lo mereces. Ya no puedo escribir más, tengo un nudo en la garganta. Hasta siempre.

Mi reloj marca las cuatro y media de la madrugada, en algo más de dos horas y media parte mi vuelo hacia otro lugar. Dejo atrás demasiadas cosas, mi equipaje es bastante ligero porque no tardaré en volver. Espero volver con una sonrisa dibujada en mis labios, con la mente abierta, y con el corazón candente. Dejo atrás a amigos, algunos bien otros regular, pero necesito desconectar, salir un poco de este aire viciado, vivir y dejar vivir. Allí me voy a encontrar con gente nueva, algunos los acabo de conocer pero ya me apetece verlos. No sé, es una nueva aventura, no soy de los que viaja solo. Aunque el año pasado me salió bastante bien la jugada. Ahora mismo incertidumbre en el estómago, ganas de irme pero también de quedarme. Siempre dudando... ¿Cuándo voy a dejar de ser un niño? Probablemente nunca.





Escuchando: "Amor temporero" Marea, Revolcón.

"...La oscuridad invade la habitación, apenas unos destellos sobre el cristal libran una dura batalla para iluminar el escenario del desenfreno. Ella aun yace desplomada sobre el cuerpo él, la respiración alterada... Él acaricia su espalda, exhausto, inerte, feliz. La mira de reojo buscando una sonrisa, sus ojos iluminados por el amor que se antoja imposible. Ella se acuesta junto a él, le cuenta cuentos, le roba besos, y se deja acurrucar. Hablan a susurros de cosas que no dicen nada, mientras bajo las sábanas gastadas sus sexos se vuelven a buscar. Los susurros se tornan gemidos ahogados, y las manos de él devoran el cuerpo de ella. Recorre cuidadosamente cada rinconcito de su piel. Al rato, el placer incomparable del palpitar suave y caliente de su piel en la boca. Ella arqueada de sensaciones, le guía y le pide más. Él entregado en el valle de la lujuria disfruta como nunca lo había hecho sorbiendo el elixir de las leyendas. Frenesí, temblores y al final carcajadas. Ha sido un placer.
Caerán lentos los días de verano anhelando entre recuerdos las mágicas noches en vela que ambos exprimieron hasta el amanecer..."

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. En la oscuridad las cosas son distintas.



Escuchando: "Noches de bohemia" Navajita Plateá, Desde mi azotea.

Para días como los de hoy cree este rinconcito. Para dar rienda suelta a mis dedos y que fluya todo lo que sale del corazón. Hace dos días me sentía como un niño aprendiendo a andar, hoy me he vuelto a caer. Son cosas que pasan, nadie nace enseñado. Buscar culpables nunca sirvió de nada, pero es inevitable que la losa que cargaba, la que tanto me he empeñado en esconder, ahora pese más que nunca. No se bien porque estoy escribiendo esto, nada tiene sentido en mi cabeza. Sigue tocando el turno de la renovación de ilusiones, de la construcción de una vida, de seguir disfrutando. La sensación de culpa me revuelve el estómago, lo tuve en mi mano y lo dejé escapar. Gilipollas... Se me volvieron a escapar lágrimas sin mi permiso, se me escapa, se me vuelve a escapar lo que anhelo, pero no se me escapa hoy, se escapó hace ya meses. De cero a cien en segundos, me quiero morir, pero luego quiero luchar, al rato me doy por vencido, y al momento resurjo para decir que yo nunca pierdo, lloro, río, simplemente me resisto a pensar que todo esto esta pasando. Tengo muchos motivos para seguir sonriendo, yo sé que lo conseguiré, que todo volverá a lucir naranja, pero el atracón de sacarina me ha dejado ciego, y no hay más ciego que el que no quiere ver.






Escuchando: "Ojos tristes" SFDK, 2005.

Me siento como un niño que está empezando a andar. Empieza agarrándose fuertemente a la pared, bajo la atenta mirada de sus progenitores. Poco a poco va soltándose y va ganando confianza en si mismo. El día menos pensado se atreve a cambiar de pared, o se apoya en cualquier quicio de cualquier puerta. Asi me siento. Soy feliz, aunque aun no sea capaz de correr, ni siquiera de andar suelto. Pero soy feliz. Lo único de lo que tengo ganas es de saber caminar una puta vez para poder hacerlo contigo agarrado de la mano.




Escuchando: "Duerme conmigo" Marea, Revolcón.