Llantos de soledad

Llegando estas fechas siempre se me ocurre hablar de lo mismo, pero es que de verdad la primavera aquí es diferente. Placer indescriptible recorrer las callejuelas del centro entre besos de azahar. El sol que se cuela por los rincones, mangas cortas, la ciudad alegre. Bares y terrazas llenas de ganas de pedir otra. Abril nos abre la puerta de par en par, y Sevilla se tira a la calle. Ya suenan palmas por sevillanas, trajes de volantes, alvero y manzanilla. Y que guapas son algunas gitanas... Abril me cura todos los males, los eneros fríos, los febreros sin carnaval y la madre que los parió a todos. Un cielo de farolillos que va alumbrando la calle...




TODO VA A SALIR BIEN.

Antes de que fuera jueves, ya pensé en que la soledad de esta madrugá iba a ser la compañera necesaria para animarme a escribir otro ratillo. Antes de que fuera jueves. Pero llegó hoy, amaneció tarde, entre nubes de tormenta, hoy fui valiente. Esta vez la agenda no tenía flotadores, perdí el miedo a nadar. Revolución. Con sólo mirarla ya la noto diferente, es la de antes, está guapísima pero me callo y no se lo digo. Pasan los minutos, y ya soy capaz de dejar de jugar con cualquier papel ensuciando la mesa, ya estoy tranquilo. Obviamos los malos rollos, y cerveceamos por los viejos tiempos. Risas, muchas risas, ladronas de gafas, y otra cerveza. Cómodo. Vuelvo a ser yo, el de antes. Otra vez esos labios, otra vez esas ganas, otra vez golfa, otra vez. Es una locura, es un paso atrás, bonito paso atrás, pero para coger impulso. Ahora sí le puedo poner un punto a esta historia, ahora sí tiene un final feliz. Imposible esperarme este jueves, imposible arrepentirme de nada.