Llantos de soledad

Desde la atalaya del presente se divisa con claridad los caminos pasados. Sentimientos de fuego que arrasaron todo lo que a su paso encontraban, ilusión. Latidos flamencos por pensar en el próximo encuentro, recordar una y mil veces los besos que mendigué. Miradas de asombro, noches en vela, sueños de papel... alegría. Risas, sorpresas de chocolate, muchas más risas para inventarnos las palabras que describan el momento. Miedo. Miedo a lo venidero, a la tormenta que vino después, a la ciénaga de la mentira, a no encontrar un lugar donde resguardarse. Fueron muchas las lágrimas que se han pagado con el cianuro de las palabras. Ahora desde aquí arriba, con la fuerza del objetivo conseguido, miro hacia atrás y pienso que preferiría ahogarme en una muerte lenta y amarga, antes que no haberlo sentido.