Llantos de soledad

La vida en cierto modo no es más que un ciclo. No aprendemos, ni de nosotros ni de los demás. Nos dejamos llevar una y otra vez por la marea que nos arrastra a distintas orillas pero siempre a alguna playa. En este juego ya están las reglas inventadas, es probable (de hecho muy probable) que esta noche esté borracho, pero me voy a saltar las reglas del juego. No voy a claudicar, aunque algún comentarista anónimo piense que soy un rey esclavizado, no es así. No son las cadenas las que me atan, sino mi persona, no hay más cárcel que la que yo me construyo, pero el que hace la ley hace la trampa. Algún día saldré de este escaparate, me quitaré este absurdo precio de rebaja, y conoceréis todos el auténtico caviar. Amargo en el sabor, asqueroso en el aspecto, pero una delicia bastante difícil de conseguir. Y si, hoy me quiero yo, porque no es otro mi egoísmo. Es mi propósito, mi espectativa, mi vida... Las ninfas han llegado hoy de repente, a llamar a mi puerta, a llevarme de paseo. No tengo miedo, tampoco esperanza, pero a veces no es la esperanza lo último que se pierde. Gritad por mi, que la gente ahora duerme, gritemos todos juntos, que somos invencibles, que va a estallar el obús. Quizás yo no sea un superdotado, quizás tampoco sepa escribir delicias de la RAE, ni me lave los dientes, pero tengo un corazón que no me cabe en el pecho. Alguien da más?